Mucho se
ha escrito sobre esto, aunque una de las propuestas más aceptadas es la que
realizó la Dra. E. Kubbler Ross, quien propuso 5 etapas en el duelo:
- Negación, aislamiento e incredulidad: en un primer momento no aceptamos la pérdida, no nos lo creemos, no nos ha dado tiempo a encajar la noticia.
- Ira: sustituimos la incredulidad por el resentimiento, por la rabia. Aparecen los por qué, se carga contra los sanitarios, contra quien provocó el accidente, contra el familiar que no estuvo presente… Esta ira es una fase normal, y como tal, no se debe tener en cuenta como algo personal.
- Negociación: intentamos buscar una salida al hecho a través del pacto, del regateo, de la negociación, con Dios, con nosotros mismos…
- Depresión y tristeza: nos invade la tristeza, el sentimiento de soledad. El apoyo de los más cercanos es completamente necesario, y es un periodo preparatorio para la última etapa.
- Aceptación: hemos llegado al final del camino. Llevamos un tiempo sin la persona, han surgido nuevos planes, proyectos, actividades… Le recordamos con añoranza, pero ya miramos la vida de otra forma.
Esta
fases originariamente se establecieron para aquellos que esperan su propia
muerte de forma inminente, pero se ha observado que son igualmente válidas para
aquellos que sufrimos la pérdida de un ser cercano. Incluso también se aplica
cuando hay “pérdidas sin muerte”, como son las rupturas o separaciones.
Son secuenciales, pero no todos pasamos por todas las etapas, y el orden y la
duración de cada una también son alterables.
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